67 días sin sol en Barrow, Alaska
Cada otoño, los habitantes de Barrow, un pueblo de 4,900 habitantes ubicado en el extremo norte de Alaska, se reúnen el 18 o 19 de noviembre para ver la última puesta de Sol del año.
A diferencia de los atardeceres del resto del globo, esta localidad considerada uno de los asentamientos humanos más septentrionales del mundo se despide de la luz solar a finales de noviembre, un adiós que se prolonga durante 66 días, hasta que el Sol vuelve a alcanzar el horizonte el 23 de enero del año siguiente.
La noche polar es un fenómeno provocado por la inclinación del eje de la Tierra, en el que la ausencia de luz solar se prolonga más de 24 horas en el Círculo Polar Ártico y Antártico. Durante la noche polar, el Sol no alcanza una altura suficiente para aparecer por encima del horizonte en las regiones más cercanas a los polos, provocando semanas y hasta meses de oscuridad.
Durante la noche polar, el frío se intensifica y la temperatura media alcanza unos -20º C en enero; sin embargo, los habitantes de Barrow continúan con su rutina diaria, aunque acumulan más tiempo dentro de casa (o bien, en visitas que se prolongan durante días) debido al inclemente invierno.
No obstante, Barrow no es el único sitio poblado donde la noche polar se extiende durante más de un mes:
La ciudad más grande del Círculo Polar Ártico es Murmansk, una localidad rusa con casi 300 mil habitantes, donde la noche polar se extiende desde el 2 de diciembre y hasta el 11 de enero, aproximadamente 40 días sin luz del Sol.
A diferencia de otros cuerpos de agua que se encuentran en la misma latitud, el puerto de Murmansk (uno de los epicentros europeos de exportación de carbón) se mantiene activo durante la noche polar gracias a la corriente marina cálida del Atlántico Norte, que impide la congelación de sus aguas.