Ahora no saben cómo reunir a niños migrantes con sus familias
WASHINGTON, 25 de junio de 2018.- (Proceso) Los intereses político-electorales del Partido Republicano, más que la denuncia mundial por las imágenes desgarradoras de niños llorando en la oscuridad de la frontera con México o de otros encerrados en jaulas, obligaron al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a retractarse de su estrategia discriminatoria y racista de inmigración.
El arresto de menores de edad y separación de sus padres o de los adultos que los acompañaban al momento de ser detenidos como indocumentados en la frontera sur estadunidense fue una política premeditada que forma parte del combate migratorio con “Tolerancia Cero” diseñada por Trump.
Desde el arranque de su gobierno –el 20 de enero de 2017–, Trump no ha dejado de hacer proselitismo en busca de su reelección y del dominio político de los republicanos, con énfasis en la intolerancia hacia los inmigrantes.
El clamor de construir un muro en la frontera sur para detener el flujo de indocumentados y de drogas no le ha sido suficiente para sus ambiciones políticas. La oposición demócrata en el Congreso federal y la cordura de algunos republicanos, quienes temen consecuencias electorales, lo han contenido.
En los 17 meses de su gobierno no ha habido una semana sin que Trump hable o escriba en su cuenta de Twitter sobre la necesidad de contener con todo lo que se pueda a los indocumentados en la zona limítrofe con México.
En septiembre del año pasado anuló el Acta para los Llegados en la Infancia (DACA), el cual otorgaba un permiso de trabajo temporal y de residencia renovable a más de 700 mil indocumentados que fueron llevados a Estados Unidos siendo menores de edad.
Trump se deslindó de la responsabilidad del DACA, delegando al Congreso federal resolver el limbo laboral y de residencia de los inmigrantes conocidos como dreamers (soñadores).
La celebración de las elecciones federales de medio periodo del próximo 6 de noviembre será el gran plebiscito a la presidencia de Trump por parte de los estadunidenses. En esa fecha también se definirá la composición mayoritaria partidista de la Cámara de Representantes y del Senado federal; ambos recintos, actualmente en manos de los republicanos.
La impopularidad de Trump entre los ciudadanos no ha dejado de crecer desde que llegó a la Casa Blanca, ni las condenas a sus estrategias migratorias, sobre todo entre la comunidad hispana. Los demócratas quieren aprovecharse de eso y no harán nada antes de noviembre ni por los dreamers ni por ninguna legislación de seguridad fronteriza.
En mayo pasado, y con la idea de que su denostación contra los mexicanos y su insistencia de cerrar la frontera sur son garantía de victoria electoral, Trump aplicó la estrategia de Tolerancia Cero por medio de su procurador general, Jeff Sessions, un exsenador republicano y exfiscal federal de Alabama, reconocido por su racismo y repulsión a los indocumentados.
Sustentado en una decisión judicial de 1997, Sessions ordenó a los agentes de inmigración estacionados y que vigilan la frontera con México, usar su prerrogativa para detener a familias o menores de edad que llegan como indocumentados y procesarlos como criminales, por separado o juntos. El fallo federal de finales del siglo pasado conocido como Acuerdo Flores deja la decisión a los agentes de inmigración de separar a menores de edad acompañados de adultos, para procesarlos de manera separada ante una corte migratoria.
La intolerancia de los agentes migratorios con los indocumentados y robustecida por la Tolerancia Cero se tradujo en el arrebato de niños a sus padres o familiares adultos y llevar a los menores a centros de detención por tiempo indefinido.
Los agentes de inmigración llevan a los adultos a otros centros de reclusión para procesarlos como criminales ante las cortes federales. Este tipo de criterio de inmigración permite que los detenidos se queden por tiempo indefinido en los centros de detención; meses y hasta años.
Presión republicana
La pobreza extrema, la violencia causada por el narcotráfico y las pandillas de criminales en los países centroamericanos generan un flujo masivo de familias que buscan asilo en Estados Unidos.
Ante la creciente presencia de centroamericanos en la frontera sur solicitando asilo, Trump también decidió desestimar dar protección a extranjeros por razones de violencia doméstica y por la que está ligada al tráfico de drogas y al pandillerismo. Ya sin alternativas, familias enteras de guatemaltecos, hondureños y salvadoreños se aventuran a cruzar la frontera sur de Estados Unidos esperando burlar a la Patrulla Fronteriza.
A mayores cruces de indocumentados, mayores las capturas por parte de los agentes migratorios. En las últimas semanas la prensa estadunidense y, alertados por Trump para denunciar al flujo migratorio como justificación a su clamor por la construcción del muro en la frontera con México y para defender la política de Tolerancia Cero, comenzó a fotografiar y a narrar la crisis humanitaria con la crueldad a la que estaban siendo sometidos los menores de edad.
Sacudieron al mundo entero las imágenes de niños separados de sus padres, encerrados en jaulas como animales o tirados en el piso apenas cubiertos con plásticos para poder dormir. La escena más famosa es la de la niña hondureña de dos años llorando ante los agentes migratorios mientras su madre era detenida y esposada.
Esa crueldad no conmovió a Trump ni a Sessions. Por el contrario, el lunes 18, en entrevista con la cadena de televisión Fox News, el procurador general de Justicia dijo que la separación de familias en la frontera sur y reclusión de menores de edad “serviría como lección” para que dejaran de llegar indocumentados.
En el Capitolio las escenas de la crueldad del trato a los niños irritaron a un importante sector del Partido Republicano que se unió a los demócratas que denunciaban a Trump.
Los republicanos citaron con urgencia al mandatario en el Capitolio, convencidos de que la criminalización de los niños indocumentados tendría repercusiones electorales negativas en noviembre.
La tarde del martes 19 el presidente y los republicanos se reunieron a puerta cerrada en el Congreso. No pasó nada, la Tolerancia Cero seguía vigente, pero al día siguiente no paraban las llamadas de alarma de republicanos a la Casa Blanca y Trump los invitó a su oficina.
Tras hora y media de reunión, y de escuchar quejas y advertencias de que, por la criminalización de los niños indocumentados aumentaban las posibilidades de perder escaños en el Congreso federal ante los demócratas, el presidente de Estados Unidos reculó. Esa misma tarde firmó una orden ejecutiva que acababa con la separación de familias detenidas en la frontera con México.
El mandatario se postró como salvador de los niños y presumió que luego de 60 años de una política migratoria imperfecta, él con el poder su firma, lo solucionaba. Pero Trump no eliminó la Tolerancia Cero.
La decisión del presidente y la reunión con los republicanos en la Casa Blanca para “salvar a los niños” fue una puesta en escena. La orden ejecutiva no estipula el procedimiento para la reunificación familiar de indocumentados por lo que la ambigüedad judicial se acrecentó.
Horas antes de que Trump “de la nada” anunciara que cambiaba de opinión, el Departamento de Seguridad Interior en teleconferencia de prensa dio a conocer cifras sobra la detención y separación de menores de edad desde que entró en vigor la Tolerancia Cero.
Del 5 de mayo al 9 de junio pasado los agentes migratorios habían arrestado en la frontera con México a 4 mil 548 inmigrantes. De este total, el Departamento de Seguridad Interior aclaró que 2 mil 342 eran menores de edad. Estos niños llegaron a la frontera acompañados por sus padres o de adultos, pero por el Acuerdo Flores fueron separados y llevados a centros de reclusión y catalogados de inmediato como “menores que llegaron solos”, aunque no fuera cierto.
Los 2 mil 206 adultos fueron llevados a otros centros de detención y acusados de delitos menores por violar las leyes territoriales de Estados Unidos. Por el Acuerdo Flores, los adultos y menores de edad permanecerían presos por tiempo indefinido hasta que su caso se evaluará en una corte federal de inmigración.
Mañosamente, el gobierno de Trump argumentó que, en unos 100 centros de detención migratoria repartidos en 17 estados, se encontraban recluidos 11 mil 786 menores de edad; de los cuales, unos 7 mil fueron capturados durante la gestión de Barack Obama.
Sin las directrices judiciales necesarias, en la frontera con México los agentes de inmigración dejaron de separar a los menores de edad. A las familias de indocumentados las encerraban juntas en centros de detención migratoria. Sin embargo, a los adultos los seguían criminalizando y enviando sus casos a las cortes de inmigración.
El problema
La confusión judicial creada por Trump, tras las presiones republicanas, abrió un limbo: ¿Cómo organizar el regreso de los 2 mil 342 niños a sus padres sin saber dónde estaban sus progenitores acusados de un crimen migratorio que implica sentencias de cárcel hasta de tres años?
¿En qué centros recluir a las familias si no se cuenta con la infraestructura necesaria? ¿Y qué hacer con los otros 9 mil 444 menores repartidos en los 17 estados sin saber a qué familias pertenecen o si sus padres ya fueron deportados a sus países de origen o si están purgando una sentencia?
Ted Cruz, senador federal republicano por Texas y excontrincante de Trump en la disputa por la nominación presidencial de su partido, propuso un proyecto de ley para nombrar y contratar más jueces para acelerar el procedimiento de los padres de menores retenidos.
La Casa Blanca rechazó y condenó la iniciativa de Cruz, bajo la premisa de que ese procedimiento jurídico permitiría liberar dentro de Estados Unidos a las familias de indocumentados. “Se quedan en Estados Unidos y eso no lo vamos a permitir”, afirmó Trump al condenar la iniciativa.
La incertidumbre causada por la irresponsabilidad jurídica de la orden ejecutiva de Trump obligó al Departamento de Defensa a anunciar el jueves 21 que aceptaría en sus bases militares en Texas hasta a unos 20 mil inmigrantes mientras se procesan sus casos en una corte migratoria.
El jueves 21, en la Cámara de Representantes se rechazó por mayoría de votos (231 sufragios en contra y 193 a favor) un proyecto de ley de seguridad fronteriza acuñado por Trump, pero que mantenía la criminalización de los inmigrantes indocumentados como uno de sus pilares jurídicos. Ese mismo día se postergó la votación de otro proyecto de ley republicano menos severo que pide unos 25 mil millones de dólares para construir el muro en la frontera con México.
Ambas legislaciones no tenían futuro en el Senado porque en esa Cámara requieren de 60 votos para ser ratificadas. Los demócratas de las dos cámaras federales se oponen a las legislaciones republicanas porque saben que tienen un tinte electoral para quedar bien con la comunidad hispana y la que se opone a la estrategia de Tolerancia Cero. Las dos propuestas republicanas niegan la ciudadanía estadunidense por naturalización a los dreamers.
La composición del Senado, 51 republicanos y 49 demócratas, destina al fracaso a cualquier intento de reforma migratoria de los republicanos o de Trump antes de las elecciones del 6 de noviembre.
El impasse político en el Congreso y las incesantes críticas e inconformidades por la ambigüedad de sus decisiones para con los niños indocumentados desataron la ira del presidente de Estados Unidos, quien nuevamente –y como lo ha hecho desde que era candidato presidencial– se desquitó con su piñata favorita: México y el gobierno de Enrique Peña Nieto.
“México no está haciendo nada por nosotros, tiene las leyes de inmigración más fuertes, pueden hacer lo que quieran y pueden tener a la gente fuera de México. Los inmigrantes hacen un recorrido de dos mil millas por México y lo hacen como si estuvieran atravesando Central Park. Es ridículo. México no hace nada por nosotros”, se quejó Trump en la Casa Blanca durante una reunión con integrantes de su gabinete el jueves 21.
“La gente me pregunta por qué soy tan duro con el TLCAN y sí, estoy siendo rudo porque el TLCAN es un tratado terrible para Estados Unidos. México está sacando de nosotros mil millones de dólares al año gracias al horrible TLCAN”, explica Trump.
De acuerdo con las más recientes encuestas sobre la opinión de los electores estadunidenses, 56% de estos y afiliados al Partido Republicano apoyan fehacientemente la política migratoria de separación de los niños indocumentados. A escala nacional, según el promedio de los sondeos llevados a cabo por los medios, 66% de la población estadunidense se opone a criminalizar a los inmigrantes indocumentados y a separar a los niños de sus padres.
Este viernes 22 Trump usó su cuenta en Twitter para pedir al electorado que en noviembre vote en favor de los republicanos: “Elijan a más republicanos en noviembre y aprobaremos la más fina, justa y amplia legislación migratoria de todo el mundo. Por ahora, tenemos leyes bobas e ineficientes. Los demócratas no hacen otra cosa que obstruir. Recuerden su lema, resistir; el nuestro, producir”.
“No podemos permitir que nuestro país este saturado de indocumentados, ni por los demócratas y sus historias falsas de tristeza y dolor que con ellas esperan apoyo en las elecciones de noviembre. Obama y otros tuvieron las mismas fotografías (de niños indocumentados y separados de sus padres) y no hicieron nada para solucionarlo”, matizó Trump en otro mensaje.
Al cierre de esta edición el Departamento de Seguridad Interior informó que en Texas unos 500 de los 2 mil 342 niños separados de sus padres entre mayo y junio habían sido reunidos con sus familiares.